
En el mundo laboral se puede decir que existen dos condiciones o estados, ser empleado o ser independiente. En mi vida laboral he tenido la fortuna de conocer ambos lados de la moneda. Hasta hace un poco más de un año, antes de decidir independizarme, trabajé para una importante empresa del sector financiero de mi país. Pertenecer al listado de empleados de una empresa trae consigo algunos beneficios. Para mí el más importante, y creo que en esto concordaré con la mayoría de personas, es la seguridad económica que esto me brindaba. Yo sabía que sin importar que pasara, la última semana del mes recibiría mi pago. Sin embargo, como se sabe todo en esta vida tiene su precio, y esta estabilidad económica la recibía a cambio de algo que para mí tiene un precio muy alto: mi calidad de vida.
Así se puede ver cómo esto básicamente funciona como cualquier inversión financiera: a mayor riesgo, mayor puede ser la rentabilidad o en su defecto la pérdida. Supongo que es por este motivo que más de una vez he oído a las personas decir que entre más joven se haga este cambio más fácil será. Es cierto que con el tiempo las personas crecemos y así mismo van creciendo nuestras responsabilidades. Con el tiempo dejamos de vivir con nuestros padres, adquirimos nuestro propio hogar, nos casamos, tenemos hijos y todas estas cuentas se siguen facturando aún si tenemos éxito o no en nuestros negocios. Es por esto que si dejamos de ser empleados y nos convertimos en emprendedores en una corta edad, el riesgo de pérdida va a ser menor.
Sin embargo creo que más allá del tema de la edad y de las responsabilidades financiaras que vamos adquiriendo con el tiempo, está la organización de las personas. Es cierto que una idea de negocio no va a ser productiva de la noche a la mañana, por esta razón hay que organizarse. Así, determine claramente el presupuesto para dos años, o lo que crea que demorará su negocio en generarle utilidades. Tenga en cuenta sus obligaciones y cómo podría disminuirlas al máximo. Igualmente deberá determinar como hará para cumplir con estas mientras su negocio empieza a generarle utilidades. Entre estas fuentes están ahorros personales, familiares, prestamos o los ingresos de su conyugue.
Para concluir recuerde que cambiar de ser empleado a emprendedor no es una oportunidad solo para personas jóvenes y sin obligaciones. Todos con un poco de organización podemos realizarlo, si este es nuestro verdadero sueño.
Imagen tomada de Flickr.com
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