La Independencia – Anhelo de muchos, beneficio de pocos
Al momento de escribir este artículo y como lo puede constatar en mi perfil, me encuentro empleado. Esta es la primera vez en mi vida que trabajo en una empresa, en la cual debo cumplir horario y «marcar tarjeta«, ya que en el pasado había trabajado únicamente como freelance y como mi propio jefe. Este ha sido un cambio interesante, con muchos aspectos positivos y otros negativos. Pero al final del día todo se reduce a una experiencia nueva, la cual definitivamente sirve para mi formación como persona y como profesional.

 

El Tiempo

Dicho lo anterior una de las cosas que más extraño de ser mi propio jefe es la independencia y flexibilidad que solía tener en los horarios. Aunque en general si cumplía horario pues como jefe debía mostrarles a mis empleados cumplimiento en este aspecto, estos eran bastante flexibles. Por ejemplo si tenía una cita médica, reunión familiar o lo que fuera, podía darme el lujo de no ir a la oficina y dejar a alguien encargado.

Mi empresa ofrecía servicios para empresas (modelo B2B – Business to Business), razón por la cual teníamos que tener un horario de atención al cliente. Esto también es cierto para negocios donde se atiende al consumidor final, como tiendas, entre otros. En este tipo de escenarios la independencia se reduce un poco, pero es parte de las condiciones que uno decide afrontar cuando se encamina por el rumbo del emprendimiento. Esto, claro está, suponiendo que el emprendedor trabaja en su propia empresa.

Para mi siguiente aventura empresarial tengo claro que uno de los requisitos que debe tener es la flexibilidad en el horario. Esto no implica por ningún motivo que no cumpla con mi trabajo ni con las 8 horas diarias de trabajo. Por el contrario, seguramente acabaré con más de las 8 horas diarias de trabajo, pero en mi propio horario. Si quiero trabajar por la noche lo haría, si a las 10:00 de la mañana quisiera ir al gimnasio, también lo haré. De vez en cuando saldrán eventos y reuniones en horarios fijos, pero esto será la excepción y no la norma.

 

Los Jefes

Volviendo a mi empresa, la independencia también se encontraba a la hora de responder por mis acciones. Ante los clientes yo era el máximo responsable y ellos me podían exigir resultados, pero no había nadie más. Claro que esto puede ser bueno o puede ser malo, depende de la óptica de cada cual. Creo que tener la presión de alguien es bueno, pero esto muchas veces se puede lograr por ejemplo, una buena junta directiva. Actualmente tengo un jefe directo y otros superiores a los cuáles les respondo y aunque en general la experiencia ha sido agradable, la verdad esta independencia hace falta.

En la universidad desarrollé mi tesis de grado en el tema de los sistemas organizacionales. Mi asesor de tesis me contó la siguiente anécdota que considero útil como complemento al tema de la independencia y los jefes:

Resulta que hace algunos años mi asesor participó con la Universidad de los Andes en una consultoría a la empresa de Acueducto de Bogotá. Entre los muchos funcionarios de esta empresa había uno cuya única tarea era abrir y cerrar una compuerta a solicitud de su jefe (cerraba y abría el flujo de agua). Es decir, el jefe le decía cuando abrir y cuando cerrar la compuerta. En la consultoría se encontró esto y se le dijo al operario que él era el administrador de su cargo y que él podía decidir cuándo abrir y cerrar la compuerta. Es decir, se empoderó al funcionario para que dejara de ser un operador y se convirtiera en un empleado. Al jefe no le gusto mucho que le quitaran este poder, pero esto es otra historia.

Lo anterior viene a ejemplificar lo que sucede muchas veces en los trabajos, y la diferencia que existe cuando se tiene jefe, contra cuando no se le responde a nadie. Cuando yo era mi propio jefe, abría y cerraba la compuerta en mi horario y cuándo lo consideraba convenientes. Ahora con jefes me instruyen cuándo abrir y cerrar la compuerta; tengo algo de autonomía, pero esta no es total. Es una experiencia distinta, de nuevo haciendo hincapié en que he aprendido y crecido mucho, pero comparativamente me gustaba más la primera situación. ¿Y a quién no? Seguro hay personas que prefieren ser operadores y no empleados, pero este no es ni sería mi caso.

 

La Economía

Este subtítulo debería ir al menos en letra tamaño 32, con color rojo y hasta con una alarma acompañándolo. Este es uno de los puntos que usualmente más llaman la atención de los emprendedores y a quienes desean seguir esta ruta. Y puede que así sea, pero en general es un camino largo y difícil. No todos los emprendedores vamos a llegar a ser un Bill Gates de Microsoft, Steve Jobs de Apple o Mark Zuckerberg de Facebook.

Una vez la empresa creada logra un nivel sostenido en ventas y se ha logrado el punto de equilibrio, la independencia económica será uno de los mayores activos con los que contará el emprendedor. Pero mientras esto sucede, conseguir dinero, inversionistas y las primeras ventas, será un verdadero dolor de cabeza.

Retornando al cuento de mi empresa y a pesar de tener una gran idea que fue reconocida así por diferentes personas y organizaciones, siempre tuvimos problemas en la parte económica. Empezamos con poco dinero y cada vez necesitábamos más dinero. Literalmente navegamos contra la corriente y que corriente más brava. Los bancos no nos prestaban, nos veían muy jóvenes. El estado tampoco nos tendió la mano y en fin fue una carrera que no auguraba un final feliz. Yo como gerente general tenía que mirar la forma cómo íbamos a sobrevivir, pagar la siguiente quincena a los empleados, el arriendo, los servicios y demás gastos. Era tan complicado el asunto que muchas veces me quitaba el sueño y pasaba noches enteras en blanco. Retrospectivamente hay muchas cosas que habría podido hacer para que esta situación no fuera tan grave. Es como dice un profesor, «Yo soy muy inteligente después de que las cosas han sucedido», así que hablar del tema es llorar sobre mojado. Sin embargo, es importante tomar esta experiencia en cuenta.

Desde que tengo un trabajo remunerado, donde me pagan mi quincena puntualmente, la parte económica no me desvela. De haber sido exitosa mi empresa seguramente estaría ganando mucho más dinero, pero en este momento esto es algo secundario. Actualmente duermo mucho mejor y es un hecho que al cerrar la empresa me quite este gran peso de encima.

Quisiera aclarar que no estoy diciendo en ningún momento que la parte económica sea un problema. Es más, pienso que una empresa bien llevada y con un nivel de ventas adecuado le traerá muchas felicidades a sus dueños y para seguir con la historia, dormirán como bebes. Este fue en error que yo cometí con mis socios y que seguiré compartiendo y explorando en artículos subsiguientes, con el ánimo de que el lector conozca mi historia y no repita mis equivocaciones.

 

Retrospectiva acerca de la Independencia

Debo ser muy honesto y claro: el emprendimiento puede ser el camino para la independencia. Quiero hacer énfasis en la palabra puede, ya que aunque esto se puede dar no siempre sucede. Con mi empresa hubo momentos muy importantes donde sentí y viví la independencia. Desafortunadamente fue algo pasajero. La estoy buscando nuevamente, pero no estoy del todo seguro si la recuperaré por el camino del emprendimiento o si será por otro lado.

La independencia puede tomar muchas formas y aspectos. Para mí, como ya lo dije, la independencia la encuentro entre otros, con el dinero, el tiempo y el no tener que responderle a nadie. Otro podría decir por ejemplo que yo no busco la independencia económica sino la esclavitud del dinero. Sería una opinión válida y respetable, pero que no compartiría. Habiendo dicho esto, veo emprendedores que crean con sus negocios una cárcel donde conviven 10-12 horas al día, 6-7 días a la semana. Y esto es porque para mí parte del objetivo de tener dinero y tiempo es poder gastarlo, viajar y en general, gozármelo; es decir, vivir la independencia. Pero hay mucho, muchísimos empresarios que ahorran hasta el último peso y hacer dinero es su única preocupación. Nuevamente, es respetable, pero para mí esa no es la idea de independencia.

Entonces le pregunto al lector, ¿cómo quiere que sea su independencia? Anótela en un papel, pídala, diga como la va a conseguir (ojo: la independencia es el resultado de una serie de acciones), suéñela, trabaje duro por ella y seguro la conseguirá.

Imagen tomada de Flickr.com

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