
Las ideas para crear nuevos emprendimientos suelen nacer a partir de 2 fuentes. La primera es cuando una persona tuvo una idea y decidió convocar a otros para llevarla a cabo (esto claro está, pensando que quien tuvo la idea decide trabajar en grupo y no independientemente). La segunda forma es cuando se reúne un grupo de trabajo para pensar en creación de nueva ideas cuya finalidad es la creación de proyectos y empresas. Ambas formas son totalmente válidas y de estos esquemas han salido grandes ideas de negocios.
En este artículo voy a retomar en parte este tema, pero enfocado a las enseñanzas que yo tuve de este proceso con mi empresa. Inicio contándole como conseguí mis socios y lo que aprendí de este proceso.
¿Trabajar en Grupo o Solo?
En los primeros semestres de universidad, estudiando Pregrado de Ingeniería de Sistemas y Computación tuve una buena idea para crear un negocio. Era una idea fresca, que tenía mercado y que desde todo punto de vista parecía que sería un éxito – o al menos eso pensaba en ese entonces. Al crear esta idea uno de los primeros puntos que tuve que analizar es si el desarrollo de la misma lo podía hacer yo solo o si necesitaba de un equipo.
El proyecto que tenía en menta no era inmenso, pero si requería el esfuerzo de más de una persona. Además el producto se iba a ofrecer a empresas pequeñas y medianas, lo cual me permitió identificar que sería mucho mejor aceptado en el mercado si lo presentaba una sociedad conformada legalmente que una persona o una empresa unipersonal. En Colombia para ese momento los dos tipos de sociedades más interesantes y con mayor prestigio eran la limitada y la anónima, que requerían como mínimo de 2 o 5 socios respectivamente. Es decir, todo apuntaba a que tenía que trabajar en grupo.
Contándole Mí Idea al Primer Grupo de Trabajo
Cuando tenemos grandes ideas, los emprendedores con mucha frecuencia la cuidamos como si fuera el tesoro más preciado o como si hubiéramos encontrado el Santo Grial. Pensamos que esta gran idea tenemos que protegerla a toda costa y que otra persona nos la puede quitar. Después de ser emprendedor por más de 10 años me he dado cuenta que este temor no es del todo infundado, pero que los emprendedores a veces exageramos un poco, aunque esto es tema para otro artículo.
Con mi idea definida tuve temor de darla a conocer por este miedo a que me la robaran. Sin embargo me di cuenta que tenía que arriesgarme y como se dice popularmente «tirarme al agua». Tenía que comunicar mi idea para motivar a la gente y esperar a que me acompañaran. El riesgo de que alguien se copiara de mi idea existía, pero era un riesgo que estaba dispuesto a asumir.
Con la decisión de compartir mi idea, ahora la pregunta se convertía en ¿a quién invito a ser parte de mi emprendimiento? Tenía varias opciones, pero finalmente me decidí por compartirla con varios compañeros de la universidad, específicamente de mi misma carrera. Aunque en el momento parecía muy lógico que todos los integrantes fuéramos estudiantes de Ingeniería de Sistemas, el grupo lo he debido seleccionar con una mirada más amplia y haber creado un equipo interdisciplinario. Sin embargo tuve la suerte que a pesar de ser todos estudiantes de Ingeniería de Sistemas, teníamos diferentes perfiles que nos ayudaron a complementarlos. Uno de mis socios tenía mucho gusto por el área financiera y yo era fuerte en la parte técnica y administrativa. Incluso otro socio quería ser piloto, aunque no estoy muy seguro si este aporte en particular fue del todo útil.
Con este grupo de trabajo iniciamos los primeros trabajos, dándole más estructura al mismo, haciendo estudios de mercado, de viabilidad, etc. Además con ellos plasmamos la primera idea de negocio y el plan de negocio.
La Experiencia (o Inexperiencia) del Grupo de Trabajo
Más allá que este primer equipo estaba conformado por estudiantes de ingeniería de sistemas, teníamos otra gran desventaja que aprendí con el tiempo: era un grupo sin experiencia. Esta es una lección dura, que solo aprendí con el tiempo y que lamento no haber actuado ante esta desventaja. Sin embargo cuando creé el proyecto intentamos justificar esto con el siguiente argumento: «no tenemos dinero, entonces el grupo de trabajo debe ser un joven, que no exija recompensa económica a corto plazo y que mejor perfil que el de unos estudiantes». Hoy en día me doy cuenta que los grandes proyectos y empresas se basan en mezclar no solo conocimientos, sino experiencias, muchas y pocas. Warren Avis en su libro Atrévase a ser Líder ejemplifica esto de una forma brillante, afirmando que un equipo joven se debe complementar con personas de muchas experiencia y viceversa.
Si hoy estuviera comenzando nuevamente mi proyecto, además bajo las mismas condiciones económicas, lo primero que haría sería incluir a una o dos personas con mucha experiencia. Y aunque a estas personas no se les pueda pagar con dinero, estoy seguro que las encontraría.
A lo largo del desarrollo del proyecto tuve el acompañamiento y asesoría de diversas personas con mucha experiencia en el tema empresarial. Algunos eran académicos y otros empresarios consolidados. Muy de vez en cuando hablaba con ellos y aunque sus recomendaciones fueron muy valiosas, siento que no existió una continuidad en el proceso. Este es otro cambio que haría y una alternativa o complemento a tener de lleno personas de mucha experiencia en la empresa. Estoy seguro que si a estas personas les hubiera dejado abierto permanentemente la «puerta de mi empresa», ellos habrían sentido un mayor compromiso conmigo y con los resultados de este negocio. Esto no quiere decir que necesariamente hubiera cambiado tener a personas de mucha experiencia en mi grupo por un asesor, más bien intentaría tener las dos cosas al mismo tiempo.
En mi experiencia me he dado cuenta que la mayoría de empresarios, en especial si son muy exitosos, son personas muy abiertas a compartir sus conocimiento y a ayudar a empresarios nacientes. Claro, también hay otros que no les gusta esto o que tienen agendas tan apretadas que simplemente no logran hacer estos acompañamientos. Solo por mencionar un ejemplo, se de un «foro de presidentes» en Bogotá, que está conformado por presidentes de grandes corporaciones que donan su tiempo para asesorar empresarios jóvenes. Esta gente existe y está dispuesta a ayudarlo, pero es su misión buscarlos (ellos no lo van a buscar a usted) y tocar el número de puertas necesarios para que ellos ojalá se conviertan en su tutor.
Bajas y Nuevas Incorporaciones al Grupo de Trabajo
El proyecto de mi empresa como fue concebido, desde un comienzo giraba en torno a un software para administración de páginas Web. Este software lo tenía que desarrollar la empresa, ya que era un software propio y el mayor activo que íbamos a tener. Este desarrollo era complejo y necesitaríamos un buen número de ingenieros trabajando en esto. Como no teníamos dinero, el software lo íbamos a hacer los socios (otra razón para que el grupo de trabajo fuéramos principales Ingenieros de Sistemas).El grupo de trabajo que inicialmente cree tuvo grandes modificaciones en un lapso de unos 3 o 4 años. Algunas personas entraron como socios y otras como colaboradores. Otras salieron por diferentes motivos. En general intente tener siempre entre 5 y 7 socios, que es un número grande, pero ya explicaré la motivación detrás de esto.
Con el tiempo finalmente quedamos solo 3 socios: una persona en el desarrollo técnico, una en el campo administrativo y de ventas y yo que era la unión entre el campo técnico y administrativo. Estas otras 2 personas con las que finalice el desarrollo las incorporé de la universidad (también Ingeniero de Sistemas, aunque no hacía parte de los socios originales) y de una persona que conocí en una incubadora de empresas con la cual intenté promover mi empresa.
El Error más Grande: La Composición Accionaria
Este es otro de estos errores que no vine a entender sino después de algún tiempo. Cuando cree la idea central de mi proyecto, yo como autor central de la misma, reclamaba un alto porcentaje en la participación accionaria. Y por qué no lo iba a hacer, si yo fui el que concibió el proyecto original y reunió a la gente, entre muchas otras labores. A los socios que ingresaban al proyecto les ofrecía un pequeño porcentaje de la empresa y les decía que cuando nos consolidáramos como compañía, les ofrecería la posibilidad de comprar más acciones. Les reiteraba que mi interés consistía en tener el 50% de la empresa, que lo demás lo podían comprar.
Hoy en día me doy cuenta que esto lo plante de una forma errónea. Si éramos 5 socios, yo por mucho he debido aspirar a un 20% o 25% de la empresa. Todos los socios que ingresaran y que demostraran su verdadero interés por la empresa, debían haber tenido un porcentaje equitativo en la propiedad de la empresa.
En una primera etapa, yo tenía el 90% de la empresa y los otros socios tenían entre el 1% y 5% de las acciones. El resultado es que muchas veces yo acabé trabajando como si tuviera el 90% de la empresa. Es decir, yo tenía que asumir la gran mayoría de las funciones del proyecto, ya que el compromiso de los otros socios no era el mismo. Y esto sí que se sentía a medida que avanzaba el tiempo, pues en un comienzo podían estar muy entusiasmado pero este empuje inicial se iba desvaneciendo. Me doy cuenta que existe una relación casi lineal entre el trabajo llevado a cabo y el porcentaje accionario, bajo las condiciones que he descrito.
Esta situación se da, claro está, porque mis socios no recibían sueldo. Si lo hubieran percibido, seguramente los resultados habrían sido otros. Pero como muchas empresas se crean en las mismas condiciones que ya conté, aconsejo que la repartición de acciones sea equitativa. Deben existir bonos y posibilidad de adquirir más acciones, pero una repartición equitativa seguramente le traerá mejores resultados que una mayoritaria como la que yo tenía.
¿Donde Conseguir sus Socios?
Después de leer las anteriores líneas, seguramente una de sus conclusiones es que mi búsqueda de socios no fue la mejor. Es evidente que cometí errores, de algunos socios esperaba más y otros me defraudaron. Probablemente muchos de mis ex socios piensen lo mismo de mi y esto está bien. Pero esto es una anécdota más y lo pasado se queda en el pasado. En este momento solo les puedo agradecer por haber compartido mi sueño y mi visión en un momento muy importante de mi vida. Esta no es una invitación a no tener socios, sino quizá ser muy inteligente a la hora de seleccionarlos. Si su proyecto necesita de socios, su compromiso es buscarlos.
Entonces si usted ya definió su idea de negocio o está buscando un grupo de trabajo para crear esta idea, mi sugerencia es que inicie con sus pares. Estos pueden ser sus compañeros de estudio, compañeros de trabajo, amigos del colegio, entre otros. Aunque el tamaño del grupo de trabajo depende mucho del tipo de negocio, mi recomendación es que este contenga entre 2 y 4 personas, siendo para mi 3 el número de socios ideales.
Como ya mencioné, es importante mezclar diferentes perfiles, conocimientos y experiencias. Siempre piense en esto a la hora de crear su equipo. Sin embargo en una etapa inicial será válido que no cumpla estas características, pero cuando ya esté funcionando el proyecto o a punto de iniciar, es importante cumplir con estos criterios.
Para finalizar lo invito a leer el artículo Aspectos Generales para crear Sociedades, con el cual abrí este artículo. Este es un complemento al presente relato y que más allá de mis experiencias, le muestra otros consejos para definir quienes pueden llegar a ser sus socios futuros.
Imagen tomada de Flickr.com
Excelente
Si para todos los pasos en al creacion de empresa se puediera leer una buena cantidad de experiencias como esta, el proceso seria mucho mas facil de seguir.
Gracias por los datos.
Carlos