Inicio este artículo regresando al pasado, quizás unos 13 o 14 años, a mi época de universitario. En ese entonces tenía una idea de negocio bastante innovadora y buscaba sacarla adelante. Había reunido a varios de mis compañeros, todos de la misma edad (en ese entonces tendríamos entre 20 y 22 años), para que me acompañaran en este proyecto. También habíamos buscado la ayuda de otras personas, incluyendo profesores de nuestra universidad.
Recuerdo de manera muy presente, un profesor de esta universidad, que palabras más, palabras menos, nos dijo que nuestra idea ya existía. Aunque sé que lo hizo de buena fe, pues quería que viéramos algo que él creía importante, este profesor no le vio mucho futuro a nuestra idea de negocios.