En este blog dedicado al emprendimiento, hemos venido hablando del maravilloso mundo del empresario, y aunque es un camino difícil de recorrer, al final trae muchas satisfacciones. Sin embargo existen muchas personas que aun cuando quisieran recorrer este camino, aún con todas sus dificultades, desafortunadamente por una u otra razón no lo han hecho y siguen trabajando para alguna empresa.
Hoy tuve la oportunidad de ir a tomarme un café con un amigo, y entre las muchas cosas que hablamos, me expuso de una manera muy gráfica algo que todos los seres humanos sabemos, pero que pocos nos detenemos a analizar. Según sus propias palabras, los seres humanos desde que nacemos, de lo único que en realidad somos dueños, es de un cronómetro que va en reversa esperando a que se le acaben los minutos. De esta manera, ser empleado de una empresa, no viene a ser más que la compra de nuestro tiempo a cambio de un salario, en otras palabras una nueva modalidad de esclavitud. Le entregamos a la empresa lo único que en realidad poseemos y que tiene valor para nosotros por alguna cuantía.
Entonces si cada uno de nosotros es el dueño de un reloj de arena, el cual no se puede voltear de manera indefinida, ¿no vale la pena ser conscientes en qué gastamos cada uno de estos pequeños granos de arena? No estoy diciendo que ser empleado sea una mala decisión. Afortunadamente en el mundo todos los seres humanos somos diferentes, pensamos diferente y tenemos pasiones diferente