Todas las personas, por lo menos todas las que hemos vivido unos cuántos años en este mundo, hemos atravesado por alguna crisis. Cuando estamos en uno de estos momentos oscuros o grises, con frecuencia solo vemos cosas negativas y que será muy complejo levantarnos. Sin embargo, estoy convencido que es factible cambiar las situaciones y que el día de mañana será mucho mejor. Este «día de mañana» no es literal y puede demorar, días, meses o en el peor de los casos hasta años, pero llegará.
Inicio este artículo regresando al pasado, quizás unos 13 o 14 años, a mi época de universitario. En ese entonces tenía una idea de negocio bastante innovadora y buscaba sacarla adelante. Había reunido a varios de mis compañeros, todos de la misma edad (en ese entonces tendríamos entre 20 y 22 años), para que me acompañaran en este proyecto. También habíamos buscado la ayuda de otras personas, incluyendo profesores de nuestra universidad.
Recuerdo de manera muy presente, un profesor de esta universidad, que palabras más, palabras menos, nos dijo que nuestra idea ya existía. Aunque sé que lo hizo de buena fe, pues quería que viéramos algo que él creía importante, este profesor no le vio mucho futuro a nuestra idea de negocios.
Uno de los grandes dilemas que tenemos los emprendedores y los que innovamos, es lograr ser el primero en el mercado. De hecho, con frecuencia nuestras ideas de negocio las guardamos de forma secreta, pues creemos que alguien nos puede robar la idea y llegar de primero al mercado. Más allá de esto, hay elementos a favor y en contra de ser el primero en salir con una nueva idea en al mercado.
Es muy difícil que lleguemos al mercado con una idea 100% nueva y que nunca nadie había visto. La mayoría de ideas de negocio innovadoras, se basan en componentes existentes en el mercado y la diferencia la marcan algunos elementos en particular. Esto está en la línea de la teoría de los Océanos Azules, que busca encontrar diferenciales que nos permitan crear nuevos mercados. Sobre esto me baso en este artículo, aunque también aplicaría para esa «extraña» idea que puede llegar a ser 100% original.
Hace un poco más de 5 años, soy trabajador independiente y es algo que no cambiaría por nada del mundo. En este tiempo me han ofrecido varias veces trabajos muy bien pagos y entre comillas, «estabilidad económica». Sin embargo, siempre llego a la conclusión que no cambio mi independencia por todo el dinero del mundo.
Ser un trabajador independiente es genial, pero no siempre todo es color de rosas. Hay elementos que van en contra de ser independiente y es algo que claramente no es para todo el mundo. Lo he dicho en el pasado y lo repito hoy: los independientes (emprendedores) tenemos algo de locos.
Antes de comenzar a escribir este artículo, debatí un tiempo en mi mente sobre cómo titular el mismo. Inicialmente tenía pensado llamarlo «Nada es Imposible», como finalmente sucedió. Sin embargo mi debate interno me decía que quizás debería llamarlo «Todo es posible». La segunda opción me gustaba en cuanto que resaltaba el ángulo positivo, mientras que la primera partía de un negativo. Aún escribiendo estas líneas, sigo debatiendo si la forma como llamé este artículo es la correcta, pero de cualquier forma seguiré.
En Colombia existe una frase muy coloquial que he escuchado muchas veces a personas de cierta edad: a mi me gustan «las cuentas claras y el chocolate espeso». Con esto se quiere decir, de forma muy gráfica, que las cuentas deben ser claras, que no haya ambigüedad ni momento de dudas. En cuanto a lo del chocolate, se refiere a la bebida de chocolate caliente, usualmente con leche. Quizás esto último, lo del chocolate, se debe a regiones como Bogotá, dónde el clima frío de hace muchas décadas hacía al chocolate una bebida muy popular.
Dependiendo del grado de innovación y la importancia que se le da a este tema, he llagado a la conclusión de que las empresas las podemos dividir en 3 grandes grupos. Primero están las que no innovan, que usualmente innovaron en su lanzamiento y nunca más. Segundo están las que innovan esporádicamente, que es dónde se encuentran la mayoría de organizaciones. En este segundo grupo, la innovación se da cada cierto tiempo, que puede ser medido en meses en el mejor de los casos, pero usualmente es en años. Finalmente están las empresas que todo el tiempo innovan, que la innovación es parte de su cultura empresarial y su ADN.
Abro esta publicación con la conclusión final de la misma: el mundo de los emprendimientos está hecho solo para personas que tengan tiempo de sembrar. Tener un negocio propio, es una idea que suena tentadora para muchas personas, pero definitivamente es una opción que no está hecha para todo el mundo. Sólo las personas que tengan el tiempo y la capacidad de esperar a que sus negocios den frutos, deben intentarlo, sino es mejor que sigan como empleados.
La pregunta acá es la siguiente ¿y cuánto tiempo demora en que logremos recoger lo que hemos sembrado? La verdad es que no existe una respuesta a este cuestionamiento y no existirían tantas personas insatisfechas con sus resultados en el emprendimiento, pero lo que si creo es que ya que no existe una respuesta a esta pregunta, lo mínimo que debemos tener al tomar este camino es el ser realistas.
Como emprendedor que he sido por más de 18 años y además, en contacto permanente que he tenido con múltiples emprendedores en este lapso de tiempo, he llegado a la conclusión que muchos le tenemos miedo a la competencia. De hecho, este miedo usualmente inicia cuando estamos creando la idea de negocio, pues no nos gusta compartirla con nadie, pues creemos que nos la pueden robar. Aunque este primer miedo puede hacerse realidad, he aprendido con el paso del tiempo que la idea la pueden robar al contarla o de otra forma. De hecho, creo que es peor quedarnos callados sin compartir la idea, esperando el momento preciso para lanzar nuestro proyecto al aire.
Cuando decidí independizarme y unirme a la empresa que mi hermano había fundado hacía un par de años, obviamente el tema de los clientes me preocupaba enormemente. Esto era natural, pues como cualquier emprendimiento si no conseguíamos clientes nuestro negocio no iba a tener un buen futuro. Así en esa época pensaba que cualquier cliente era valido y valioso, pero con el tiempo fui aprendiendo que esto no es tan cierto y que efectivamente existen clientes que nuestra empresa no quiere tener.