Como lo he mencionado en los artículos anteriores de esta serie de Innovación y Creatividad, el significado de Innovación Empresaria ha cambiado radicalmente en los últimos años. Antes este tópico se relacionaba con empresas de gran tamaño, con mucho presupuesto en Innovación y Desarrollo. También era un término que se asociaba con tecnología. Con Internet y el intercambio de información que este sistema ha permitido, esta definición se ha transformado y hoy prácticamente cualquier empresa está en la capacidad de innovar, incluso aplicando cambios muy pequeños.
Es grato ver como cada vez más empresas innovan gracias a este reacomodamiento del término, sin embargo hay un aspecto donde todavía muchas fallan y es entender la Innovación como un proceso. La Innovación debe ser entendida como parte de un proceso constante, de una política o elemento de la cultura que lleva a las personas dentro de una organización a buscar constantemente mejorar la empresa. En otras palabras, la Innovación es algo constante, que llevará permanentemente a la empresa que lo aplique y se enfoque, hacia nuevos horizontes. El problema se encuentra en que muchas organizaciones innovan esporádicamente, algo que no es lo ideal, incluso que es debatible si esto verdaderamente puede ser clasificado como innovación.
La razón por la cual las «innovaciones puntuales» o esporádicas no tienen el mismo efecto que una que es parte de un proceso es muy sencillo. El mercado está avanzando constantemente. Las empresas todos los días se enfrentan a los clientes y este también cambia todo el tiempo. La competencia, el mercado, el gobierno y en general todo el entorno evoluciona día a día. De forma que si una empresa cuenta con la fórmula mágica para impedir que todos estos elementos dejen de comunicarse y de evolucionar, podrá innovar sin procesos, de resto la innovación punt
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