Dentro de las empresas, existe una especie de mito que se propaga rápidamente como si fuera un virus letal. En este, se tiene la idea que las Tecnologías son universales y que su aplicación en cualquier organización garantiza el éxito. Muchas veces no nos damos cuenta que existen otros factores, la mayoría de carácter no técnico, que tiene mucho peso a la hora de poner en marcha una tecnología y que en estos recaen los factores que llevan a que la Tecnología sea un éxito o un fracaso.
Uno de estos factores, que se introdujo brevemente en el anterior artículo de esta categoría, es el factor humano. Este es un componente clave, que muchas veces se ignora, por pensar entre otros que la tecnología reemplaza funciones humanas (lo cual puede ser en parte cierto), o que el hecho de una aplicación haya sido provechosa para un grupo de personas, lo es para otros, una generalización que no siempre es acertada. Ignorar este factor puede tener muchos problemas a futuro, por lo cual el tema no puede ser tomado a la ligera.
Cuando una organización decide hacer un cambio tecnológico, sea cual sea este, desde la inclusión de nuevas máquinas a cambios en el software que utilizan los empleados, es importante contar con el apoyo del personal. Muchas empresas han cometido el grave error de hacer cambios