Hace unas cuantas horas se dio inicio al Mundial de Fútbol, esta vez desde Suráfrica. Ayer vi partes del concierto que daba inicio, con cantantes de primera línea y en general, un espectáculo impresionante. Hoy vi la inauguración, muy sobria pero interesante. Pero más allá del espectáculo, de los escenarios, de las autopista y de la infraestructura de Suráfrica, me llamó mucho la atención recordar la historia de cómo este país logró hacer el mundial. Decían algunos surafricanos que esto es una historia de 16 años, tiempo en el cual se decidieron y persiguieron esta meta. Claro está que esta historia tiene mucho más, como el Apartheid, la llegada al poder de Nelson Mandela y la transformación de este país.A pesar de lo interesante de esta historia, no voy a entrar en detalles pues no manejo el tema, ni es el objetivo de este artículo.
Traigo este ejemplo por lo importante que es querer algo. Junto con la transformación de Suráfrica, estaba un querer de sus líderes por mostrar su país al mundo, que fue un querer que además respaldó su pueblo. El camino tuvo muchos baches e impases, sin embargo la meta era clara y con organización, estrategia y paciencia, este sueño es hoy una realidad.
Este artículo de hoy no es largo. Y aclaro que no tiene nada que ver por qué este pendiente de los partidos del mundial (los puedo ver de reojo mientras escribo). Solo quería traer este gran ejemplo de Suráfrica, para que este fin de semana lo pensemos, lo reflexionemos. No lo sé, pero no se me haría descabellado que la primera persona que seriamente pensó que este país era capaz de organizar este mundial, haya sido tildada de «loco», «idiota» y quien sabe cuántos otros adjetivos. Bueno, pues hoy ese «loco» y ese «idiota» es todo un visionario, un héroe, un gran emprendedor y un modelo a seguir.
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