Hay pocas cosas en la vida que me alegren y emocionen tanto, como el despertarme todos los días y saber que soy mi propio jefe, un emprendedor, que no tengo que rendirle cuentas a nadie por mi trabajo, que hago mi propio horario y que todos los días me reto a lograr mejores cosas. Sin embargo y como lo he reiterado en el pasado, el ser emprendedor no es para todo el mundo. Pero para quienes les llega este llamado, definitivamente es una gran ruta, que aunque no es sencilla, al lograr nuestras metas es como si tocáramos el cielo.