Cualquier emprendimiento, proyecto o nueva creación parte de un hecho muy sencillo: un sueño. Este puede ser el sueño de una o varias personas, puede ser grande o pequeño (esto depende de la definición de cada persona para estos dos adjetivos) y puede existir por muchas motivaciones, como la necesidad de subsistir, mejorar la situación actual o hacer algo por el planeta, entre muchas otras. Pero sin importar los detalles del sueño, el hecho es que los emprendimientos parten de una idea, un sueño.
Es difícil separar las palabras emprendimiento y sueño. Un emprendimiento en una etapa avanzada seguramente ya no será un sueño sino una realidad, pero partió de un sueño. El sueño es natural al emprendimiento, pero toca saberlo manejar por qué se puede convertir en un arma de doble filo.
En varios artículos anteriores he mencionado el tema de los sueños y las ideas de los emprendedores. Para mí, estos sueños son la esencia de los emprendedores y una de las principales razones por la cual me atrae tanto este tema. Pero toca aprender, en especial con los emprendedores más jóvenes, que es necesario soñar y a la vez tener los pies en la tierra. Estas dos condiciones parecen ser contradictorias, aunque no lo son y son vitales para realizar emprendimientos exitosos.